La fotógrafo turca Nilufer Demir hacía tomas a un grupo de migrantes paquistaníes cerca de Bodrum, bordeando la costa suroeste de Turquía.
Rostros tras rostros de este drama humano desfilaban frente a su lente, con un efecto sobrecogedor.
De pronto, como si de una aparición absolutamente inexplicable se tratara, Nilufer detectó algo que le golpeó por completo todos sus sentidos.
Sobre la orilla de la playa yacía el cuerpo sin vida de Alan Kurdi, boca abajo y con sus pequeñas manos extendidas.
Sin pensarlo, Nilufer reaccionó como cualquier fotógrafo lo hubiese hecho: accionó su cámara.
La dura imagen que captó –y que no ha sido publicada por la BBC- mostrando al niño sirio de tres años inerme se ha clavado en lo más profundo de muchas personas.
"Tenía que tomar esa foto y no lo dudé", dijo la fotógrafo a DHA, la agencia donde trabaja. "Lo único que podía hacer era que el mundo escuchara su grito", comentó.
Sin embargo, Nilufer no imaginó lo alto que sonaría ese clamor que ha recorrido Europa y más allá.
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